lunes, 19 de noviembre de 2007

Retorno de los Bitter Blues al Azul

Tras el punto y seguido que supuso el parón veraniego, la Asociación Cultural Puente Colgante decidió organizar un nuevo episodio de “los Conciertos del Azul” acogiendo al cuarteto que mejor sabor de boca había dejado la temporada anterior: los Bitter Blues. Y el día elegido para tal acontecimiento, el simbólico 18 de octubre, cumpleaños del padre del Rock and Roll: Chuck Berry.

Con tres cuartos de entrada en el aforo y personal algo frío, comenzaron con el instrumental “Hawai 5.0”, recordando los paradigmas surf de la costa oeste americana para caldear el ambiente. Le siguieron dos piezas del blues más purista; aquel arquetípico “Stormy Monday” de T-Bone Walker y el “Let the good times roll” en clave más swing. La gente comenzó a acomodarse al ritmo reggae de “I Shot the Sheriff”; le siguieron “Burnin´ Love” y “Tu fa americano”. Tal y como nos habían demostrado en la visita anterior, habría turno para los Creedence con su “Have you ever seen the rain?” y la alegórica “Who´ll stop the rain?”. Los BItter, no estaban defraudando en su repertorio, refinado y elegante.“Old time Rock and Roll” anticipó otra pieza del blues más añejo y swingueante; “Caledonia”. Con casi la mitad del set list desgranado, el ambiente se fue caldeando y elevando el envenenamiento etílico gracias a un rockero “Proud Mary” (con guiño al “Land of 1000 dances incluido”) que dio paso a la calidez y nitidez de las notas de “The Thrill is gone” de BB King. Si con los ojos cerrados podías soñar con circular a lomos de un Cadillac por la Route 66 desde Los Ánageles hasta Nueva Orleáns, abriéndolos te podrías sentir como Dennis Hopper al compás de “Born to be wild” a lomos de en su motocicleta y aires de libertad. “See see rider” dio paso a una lenta versión del clásico “Sweet Home Chicago” (casi acústica). La sombra de Slowhand planeó sobre el Azul a las notas de “Cocaine” y el archiconocido riff de “Layla”. Un largo medley rock and rollero de larga duración anunciaba que el fin de fiesta estaba cerca; “Be Bop a Lula/All shook up/Blue Shoe Shoes” fue el instante más logrado de la noche. Sin embargo y como no podía ser de otra manera hubo tiempo para un merecido tributo a Chuck Berry, con aquella historia de un chico que no sabía leer ni escribir pero tocaba la guitarra como una campana: “Johnnie B Goode” representó el clímax musical del repertorio de los Bitter Blues. Para finalizar, un merecido tributo a los ACDC; “Highway to hell”.

A modo de conclusión, los Bitter Blues hicieron gala de su fama de grupo versátil, directo y fresco, alternando sonidos clásicos como el blues y el rock and roll con resonancias más pesadas de alto voltaje. Eso sí, quizá más fríos que en episodios anteriores.

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